Todo empezó cuando el sábado pasado a eso de las 19 horas, me encontraba en la ciudad de México, concretamente en el Barrio La Merced, para abordar la unidad 2047 de la empresa Ómnibus Cristóbal Colón, donde un joven conductor facilitaba el acceso de grandes fardos que se introducían a la zona de carga de la unidad con destino hacia Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Salimos ese sábado caótico con una lentitud impresionante debido a que el conductor de esa unidad, recogía pasajeros por doquier, al estilo transporte urbano. Dentro de la zona metropolitana, el conductor de la Cristóbal Colón hizo un promedio de seis paradas, tres de ellas oficiales y las fuera de ruta. Los pasajeros esperaron pacientemente pero fue hasta dentro del territorio del Estado de Puebla cuando muchos manifestaron su enfado al ver que el conductor continuaba con las paradas inesperadas. El conductor, cuyo nombre no se pudo investigar, pero que es el que aparece en la foto, al salir de Puebla subió a una dama de complexión delgada con la que charlaba amenamente y que iba sentada en el asiento del copiloto. A unos 10 minutos de haber salido de Puebla, el operador detuvo la unidad en una zona oscura por casi quince minutos lo que originó que algunos pasajeros le reclamaran por lo que informó que la dama, su acompañante, había recibido una llamada en la que le informaron que un pasajero se había demorado y que había que esperarlo. Momentos después, el supuesto pasajero, que resultó no ser uno sino varios, hicieron su aparición a bordo de un taxi color negro. Dentro de los pasajeros que llevó el taxista llegó uno con aspecto de narcotraficante o pollero, vestía un pantalón de mezclilla y una chamarra del mismo material, así como una gorra color naranja que lo primero que entró a hacer fue a preguntarle a los pasajeros si todos llevaban boleto y a contar cuántos espacios habían vacíos. A eso de las 23:30 horas y terminada esa operación se trasladó hasta donde estaba el conductor con el que junto con la dama, relajeaban amenamente, como si fueran tres grandes y viejos conocidos. Unos 20 minutos después, entre los límites del Estado de Veracruz y Puebla, ya casi para descender la cumbre de Maltrata, pero ahora sí en una zona bastante solitaria, el chofer volvió a detener la unidad y por cerca de media hora y fue así como los acompañantes del conductor se bajaron del autobús y vigilaban como otras personas introducían buenas cantidades de tablones, tablas, cajas y otros objetos que por la oscuridad en la que nos encontrábamos no pude identificar; para eso, los pasajeros ya estaban bastante molestos y algunos hasta encaraban al chofer quien argumentó que había un compañero suyo con carro descompuesto y que lo ayudaría, lo cual era falso, ya que no había en ese lugar carro
descompuesto. Mientras la carga era subida contra la inconformidad de los pasajeros por la demora y por lo inseguro del lugar, una patrulla de la Policía Federal de Caminos, al parecer cuidaba que el ascenso, traslado y la operación de la mercancía se consumara con mucha delicadeza. Al terminar esa operación, el sujeto con apariencia de narco o pollero, nuevamente subió con una bolsas que introdujo en el guadacosas exclusivo para conductor y su piloto sin que se supiera su contenido y posteriormente revisó los espacios vacíos que llevaba la unidad y ordenarle a unos cuatro pasajeros que él llevaba el lugar donde se sentarían. Cuando este reportero le inquirió si era trabajador de la Omnibus Cristóbal Colón, no me dijo nada, sólo se abocó a decir en forma altanera que si tenían alguna molestia o que si querían poner una queja ante la empresa, a él le valía madres y es más, dijo textualmente “si quieren quejarse, allá están los amigos de la federal para que se inconformen”, para luego dar la vuelta y meterse al baño de la unidad de donde salían fétidos olores al parecer a petate quemado o tabaco. Salió nuevamente del baño y entre los pasajeros ya se corría el rumor de un posible asalto bien organizado entre el conductor y los malandrines que el chofer subió muy amablemente. Hasta allí, casi la mayoría de los pasajeros no nos dormimos por temor a ser asaltados o a ser sujetos de agresiones físicas, pero no fue así, solo que casi llegando a los linderos entre Chiapas y Veracruz, a eso de las 03 de la madrugada, el conductor, nuevamente detuvo la unidad, ahora sí en un lugar completamente despoblado fue allí donde inmediatamente llegaron dos o tres camionetas con varios hombres a bordo y comenzaron a sacar la mercancía que habían subido en el Estado de Puebla. Los pasajeros pensamos que era ya un asalto, debido al lugar despoblado y la hora en que el chofer, irresponsablemente detuvo el carro. Terminada la operación, el amigo del conductor y la dama abordaron las camionetas de lujo donde llevaban las bolsas y la madera y solamente quedaron las personas que abordaron la unidad mismas que llegaron hasta la ciudad de Tuxtla, donde abandoné el vehículo. Cabe mencionar que durante el transcurso del camino, había mucha neblina a ras de suelo pero el chofer, quizá pasara emparejarse en tiempo, condujo el vehículo bastante fuerte, arriesgando con ello la vida de los pasajeros. Las autoridades del transporte a nivel federal deberían tomar cartas en el asunto y no confiarse de los federales de caminos quienes en realidad, son la escoria social de la delincuencia y uno ya no sabe si cuidarse de los policías en su totalidad o de los delincuentes que para el caso son los mismos. Durante el transcurso del camino, México-Tuxtla, de los baños de la unidad arrojaban olores nauseabundos. La acción de casi todos los conductores de la empresa OMNIBUS CRISTOBAL COLON, deberían ser removidos o supervisados o en su caso tener un incremento salarial a fin de que no se trafique con maderas preciosas, con indocumentados y hasta con drogas que ponen en extremado riesgo la vida y el patrimonio de todos aquellos que viajan en esas unidades. En un posteo preliminar a esta nota que hiciera el día de ayer domingo, en mi espacio del face, recibí buena cantidad de denuncias en contra de la empresa OMNIBUS CRISTOBAL COLON, de la misma especie, pero pareciera que los dueños y los operadores ya están cómplices y hasta tienen ciertos acuerdos con la delincuencia y los propios agentes policíacos.
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